Todos nuestros implantes se fijan sobre raíces especiales de titanio, un material ligero, extremadamente resistente, que además de ser biocompatible se fusiona con éxito con el hueso del paciente mediante un proceso de osteointegración.
El zirconio, u óxido de zirconio, es un material cerámico que en los últimos años se está convirtiendo en el protagonista indiscutible de la implantología dental. Al igual que las coronas de porcelana, las de zirconio ofrecen una similitud con el color y aspecto de los dientes naturales asombroso, incluso mimético. Cada pieza dental de zirconio se diseña por separado, y admite correcciones por parte del dentista y el protésico hasta que el parecido es del 100%.
Al igual que el implante de porcelana es totalmente compatible con los tejidos orgánicos, más incluso que los implantes de metal-cerámica, que dejan asomar asomar una línea oscura cuando se produce un retroceso de la encía. Es totalmente hipoalergénico y su grado de osteointegración es igual al del titanio. Estéticamente, este material tiene además la ventaja de no ser totalmente opaco, dejando pasar la misma cantidad de luz que un diente normal y convirtiéndose en imposible de reconocer.
Es extremadamente resistente, y su durabilidad es tanta que en algunos casos se considera un implante definitivo, para siempre. El inconveniente que tiene con respecto a los implantes de porcelana es que puede ser sensiblemente más caro, aunque con estos datos sea indiscutible que el precio se compensa.